Piaget
describe el pensamiento del niño como sincrético, es decir, inclinado a
percibir la realidad de forma excesivamente interconectada y global.
Este rasgo dispone al niño a explicar unos
acontecimientos en función de otros que simplemente co-ocurren, como si los
hechos que suceden juntos se implicasen recíprocamente.
Por
ejemplo: si preguntamos a un niño por qué sube el nivel
del agua al poner una piedra en el vaso, puede creer que ello es debido a que
la piedra es dura.
Sus explicaciones remiten a unos caracteres del fenómeno (por ej: la dureza de la piedra).
Según Piaget, la yuxtaposición
no es incompatible con el sincretismo ya que, en ambos casos,
la clave está en la ausencia de una comprensión profunda y lógica de la
realidad. Además, cree que el sincretismo es un producto más del egocentrismo
intelectual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario